Yo amé a una mujer blanca
que guardaba en los brazos catorce marcas
de amores pasados, mas siniestros que la guerra.
De cartón venia acompañada, en papel a veces se guardaba,
y su piel de torpe mojigata
entorpecia mis palabras.
Aún se esconde de la mañana.
Se graduo de porrista de un joven Gardel.
Todavia apunta a la esperanza de un beso sin pies.
LLego sin preguntarselo a nadie
Casi cual lluvia en Buenos Aires.
Barajo nuestros sueños sin consultar.
Ofreciendome el cielo, y todo lo demas.
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